La vida es suero by Enfermera Saturada

La vida es suero by Enfermera Saturada

autor:Enfermera Saturada [Saturada, Enfermera]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2013-12-12T05:00:00+00:00


La mujer que llama de la bolsa de empleo

Hay unicornios más fáciles de ver.

Hay gente que asegura que la ha visto. Incluso hay gente muy loca que dice que una vez la ha oído reírse. Pero esta mujer no es de las que se ríen «Jajajaja», no… no…, es de las que se ríen en plan «Muahahahaha» mientras acarician un gato.

La mujer que llama de la bolsa de empleo es el mito hospitalario más grande que jamás haya existido. Más incluso que el propio gerente o la directora de enfermería, que de vez en cuando los ves en el periódico o en algún congreso. Esta mujer es mucho más importante que todos ellos juntos. Es la que decide quién trabaja este verano y quién no.

Me la imagino en un despacho con unas pantallas grandes en las que nos ve a todas las enfermeras sustitutas. Sentada en un sillón de esos que giran y con un gato negro al lado que acaricia con su guante de supervillana. Delante de ella, los contratos para el hospital y una ruleta de casino con nuestras caras. Y así, poco a poco, va asignando contratos en modo aleatorio.

Mientras tanto, yo desesperada en casa. Qué ansiedad se genera cuando te llama la mujer esta de la bolsa de empleo. Y cuando estás esperando la llamada creo que aún peor: el volumen del móvil a tope, por si no lo escuchan sonar en Villarrobledo, y el teléfono cerca de la ventana para que le entre bien la cobertura. Si voy a la cocina, el móvil viene conmigo, si voy al baño… no, en el baño no hay cobertura así que hoy toca apretar.

—Riiiiiiing.

—¡¡Me tocó, me tocó!!

—Hija, ¿el domingo vienes a comer? Que hago paella y a ti…

—Mamá, tengo que colgar, estoy esperando una llamada de ELLA.

—Ah vale, vale, ya te dejo, ¿pero vienes o no? Porque la voy a preparar con unos entrantes que bla… bla… bla…

—Adiós mamá.

Y ahí sigues, esperando la llamada un día, otro, otro más… y entonces vuelve a sonar el teléfono:

—Riiiiiiing (esta vez ves un número de esos largos tipo 63003055420012803, así que no puede ser otra persona).

—¿Sii? —respondes tímidamente.

—¿Satu?

—La misma.

—Buenos días, te llamo de la revista Motas de enfermería para ofrecerte…

—No, mire, no me interesa.

—… una suscripción a un precio inmejorable, sé que no me vas…

—¿Pero usted me escucha?

—… a poder decir que no, además todas tus compañeras…

—Se va quedando buena mañana, sí.

—… ya lo han cogido, es una oportunidad única…

—Póngame kilo y medio de melocotones.

—… y si la aceptas ahora, ¡¡te regalamos un fonendo!!

Entonces llega el día. Y justo es el día que te quedaste en cama un poco más porque te liaron la noche anterior hasta tarde. Suena el teléfono, te despiertas que no sabes si estás todavía en la cervecería, en tu cama o en coma. Abres un ojo y… ¡ES ELLA! Pegas un salto y sales de la cama, levantas la persiana (¿Para qué?, pero lo haces), golpeas el dedo meñique contra el borde de la mesilla, tropiezas



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